XXVI EDICIÓN 2024
Antonín Dvorák nació Nelahozeves (pequeña población al norte de Praga, actual República Checa) el 8 de septiembre de 1841 y murió en Praga, el 1 de mayo de 1904). Dvorak fue un reconocido compositor checo del postromanticismo. Destaca como uno de los principales nombres de la música clásica del siglo XIX y la figura más representativa de la composición checa. La introducción de temas populares en la música constituye una de sus facetas más interesantes.
Hijo de una familia modesta de carniceros, desde muy pequeño mostró dotes musicales. Sus padres, František Dvorák y Anna Zdeňková se casaron el 17 de noviembre de 1840. Tuvieron catorce hijos siendo Antonín el mayor de ellos, ocho de los cuales sobrevivieron a la infancia. Los primeros años de Dvořák en Nelahozeves nutrieron su fuerte fe cristiana y el amor de su herencia bohemia que influyeron tan fuertemente en su música. En 1847 ingresó en la escuela primaria de su pueblo, donde recibió las primeras enseñanzas musicales y aprendió a tocar el violín de la mano de su profesor Joseph Spitz. Mostró un talento precoz y gracias a su habilidad tocó en una banda de su pueblo y en la iglesia. A la edad de 13 años y bajo la influencia de su padre, lo enviaron a Zlonice a vivir con su tío Antonín Zdenĕk, con el fin de aprender alemán. Su primera composición, Polka Pomnenka, la escribió probablemente en 1855.
Recibió lecciones de piano, órgano y violín de su profesor de alemán Antonín Liehmann, quien también le enseñó teoría de la música y le presentó a los compositores de la época.
En 1857 con 16 años, Dvorak se traslada a Praga para estudiar música. Y aunque su familia no pudo enviarle al Conservatorio de Música, estudió armonía, contrapunto y composición en la Escuela de Órgano de Praga. En 1862, Antonín es aceptado como violinista en la orquesta de ópera del Teatro Provisional. En ese mismo año había comenzado a componer su primer cuarteto de cuerdas.
En 1871 dejó la orquesta del Teatro Provisional a fin de tener más tiempo para componer.
A lo largo de los siguientes años, interpretó óperas de Verdi, Donizetti, y Meyerbeer. Finalmente, después de trabajar arduamente, en 1872 estrena su Himno “Los Herederos de la Montaña Blanca” que resultó todo un éxito. Dvorak, aparte de tocar en la orquesta, se ganaba la vida dando clases de música.
En 1873, Dvořák se casó con Anna Čermáková (1854-1931). Tuvieron nueve hijos.
En 1874 hizo una presentación al Premio Estatal de Composición de Austria, incluyendo partituras de dos sinfonías y otras obras. Aunque no lo sabía, Johannes Brahms fue el miembro principal del jurado y quedó muy impresionado. Le otorgaron el premio en 1874 y nuevamente en 1876 y en 1877, cuando Brahms y el destacado crítico Eduard Hanslick, también miembro del jurado, se presentaron a él. Brahms recomendó a Dvorák a su editor, Fritz Simrock, quien poco después encargó lo que se convirtió en Danzas Eslavas, encumbrando al joven bohemio a una serie de conciertos por varios países del mundo durante los siguientes años (Inglaterra, Alemania o Rusia entre otros).
En 1875, año en que nació su primer hijo, compuso su Segundo quinteto de cuerdas, su Quinta Sinfonía, el Trio para piano n.º 1 y Serenata para cuerdas en mi.
Más tarde, Simrock solicitó más Danzas eslavas, que Dvorák proporcionó en su op. 72 de 1886. En 1879 escribió su Sexteto de cuerdas y su Concierto para violín.
Dvorák llegó a realizar al menos nueve viajes a Inglaterra, cuatro de los cuales los llevó a cabo entre 1884 y 1886, donde dirigió sus propias obras recibido críticas favorables. A lo largo de sus estancias en Gran Bretaña visitó ciudades como Londres, Birmingham, Cambridge y Leeds, donde estrenó diversas obras como el Concierto para violonchelo y el oratorio Santa Ludmilla. Su obra fue reconocida también en Alemania, Hungría y Rusia.
De 1886 a 1890, permaneció en su país dedicado a la composición. Surgieron en aquellos años, además de grandes composiciones de música de cámara, la Misa en re mayor, op. 86, la ópera El jacobino, representada en el Teatro Nacional de Praga en 1899, y la Octava Sinfonía en sol mayor, op. 88.
Entre 1892 y 1895, Dvořák fue director del Conservatorio Nacional de Nueva York, fundado por una rica y filantrópica dama de la alta sociedad, Jeannette Thurber, quien quería como director a un compositor reconocido, para dar brillantez a la institución. Escribió al compositor, pidiéndole que aceptara el cargo, y él respondió afirmativamente. Como buen nacionalista musical, Dvorak animó a sus alumnos y mecenas a sondear las raíces folklóricas norteamericanas en las culturas autóctonas indias y afroamericana.
En América escribiría algunas de sus obras más famosas: la Sinfonía del Nuevo Mundo (1893), el Cuarteto en fa mayor (1893), los Cantos bíblicos (1894) y el Concierto para violoncelo y orquesta (1895).
Al cabo de dos años y medio, y a pesar de haber residido en una comunidad de inmigrantes Bohemios desde el verano de 1893 (Spillville - Iowa), ya en su cincuentena, el músico tuvo añoranza de su tierra. El 27 de abril de 1895, la familia Dvorak retornaría a Europa poniendo fin a su sueño americano.
Al poco tiempo de su vuelta a Europa, muere su cuñada Josefina, que había sido su gran amor de juventud y que le afecto profundamente.
Antonín se concentra en la composición de óperas y música de cámara y en noviembre de 1895 recupera su cátedra en el Conservatorio de Praga. En sus últimos años de vida recibe múltiples elogios y condecoraciones por sus méritos musicales.
En abril de 1904, aquejado de una fuerte gripe, enferma para fallecer el 1 de mayo de 1904 a los 62 años, dejando muchas obras inconclusas. Dvorak fue enterrado en el cementerio de Vyšehrad en Praga.
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